Hay que ser sinceros, a veces los niños pueden ser impredecibles y arbitrarios, de un día para otro pareciera que deciden que ya no quieren comer. Si tienes hijos es casi seguro que has pasado en algún momento has vivido esta situación.
Busca la razón por la que no comen
Lo primero que puedes hacer es averiguar por qué no quieren comer. Esto puede ser un poco complicado, pero podemos partir de tres ideas generales.
Puede ser algo relacionado a la comida misma. Quizás comen mucho entre comidas o comen algún snack antes de comer y eso hace que pierdan el apetito. También considera si le estas sirviendo porciones muy grandes y por eso no se terminan la comida.
Segundo, puede ser algo emocional. Distractores al momento de comer (la televisión o usan dispositivos móviles) o cansancio mental. Quizás la hora de la cena sea muy tarde para ellos y suelen tener más sueño que hambre.
También considera la posibilidad de que sea algún problema de salud. Algunas veces un virus puede ser el responsable de la falta de hambre. Incluso pueden estar teniendo reacciones alérgicas a algún alimento.
Evita obligarlos o forzarlos
Ante un niño que no quiere comer, una de las primeras respuestas de muchos papas es quererlos obligar a comer. Después de todo, estamos preocupados por su nutrición, su crecimiento y su salud.
Por eso, la primera reacción de un padre ante este problema es buscar la forma de obligarlos y hacer que coman lo más pronto posible. Esto puede funcionar a corto plazo, pero a la larga puede generar estrés durante la hora de la comida, lo que solo agrava el problema.
Castigarlos o forzarlos puede provocar empiecen a relacionar la hora de la comida con sensaciones de estrés y emociones negativas. Sobornarlos (“si comes, te dejo ver televisión”) puede condicionarlos a esperar una recompensa por comer y agravar.
Aunque son soluciones que generan menos estrés, también pueden condicionarlos a que deben ser recompensados por comer. Algo que si puede ser una solución a corto plazo es un estimulante de apetito como Laverina ExtraFuerte, especialmente si, además, es un suplemento alimenticio.
Divide responsabilidades
Hay una forma sencilla, aunque no inmediata, e ir trabajando poco a poco en mejorar esta situación: darles a ellos un mayor control o responsabilidad sobre sus hábitos alimenticios. Esto se refiere a dejar en claro de qué somos responsable cada uno.
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Los padres son responsables de cuándo, dónde y qué se come.
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Los niños son responsables de si quieren comer o no y cuánto comen.
Aunque suene contradictorio, darles a ellos el control de si comen o no los motiva a comer. La verdad es que esta estrategia, diseñada por la nutricionista Ellyn Satter, es muy efectiva a largo plazo y ayuda a disminuir el estrés alrededor de la comida.
Además, ayuda a que los niños aprendan desde temprano a ser poco a poco más conscientes de su propia alimentación y potencialmente ayuda a crear buenos hábitos alimenticios para toda la vida.
Estos son solo algunos tips que pueden ayudarte a hacer que tus hijos dejen de negarse a comer. Lo más importante es encontrar la forma que más nos funciona en familia.